La directora, guionista y desarrolladora de la técnica escénica “Sucursales Emocionales”, vino a Chile invitada por Chileactores a impartir a nuestros socios el Taller EMO-CAM, orientado a dotar al actor de las habilidades emocionales necesarias para enfrentarse a la cámara.
Durante nueve días, Carmen Rico sorprendió a todo el que se le cruzó por delante. No le importó que sus alumnos llegaran tarde a las clases, ni que dejaran el celular encendido durante cada encuentro. Tampoco se inmutó con los más de 40 sismos perceptibles que la acompañaron durante su estadía en Santiago. Ninguno de esos detalles menores lograron debilitar los objetivos de Carmen: comprometer a los actores con la verdad de las emociones y hacerlos trabajar.
¿De dónde nace la necesidad de generar una técnica como Sucursales Emocionales?
Pues pasó que mi hermano Carlos tuvo que dirigir una obra de teatro y tenía actores muy malos. Era su práctica final de la carrera de Dramaturgia y Dirección. Yo estaba en Manhattan y me llamó histérico pidiéndome que cogiera un vuelo a Madrid para ayudarlo a lidiar con esos actores. Le dije: “Tu inteligencia hace que no seas capaz de hablar de tú a tú con los actores, pero sí eres capaz de crear algo mucho más grande”. Y así empezó con Sucursales Emocionales, con la idea fija de que todos los actores tuvieran un compromiso real con la verdad.
Y le resultó.
Tanto le resultó que fue una técnica que se desarrolló casi sin límites. Él inventó el 4D en la escena, o sea llevó la física cuántica a escena. La física cuántica es sí o sí, no da pie a especulación. Cuando el actor está en un punto determinado del escenario, solo con la luz que le llega puede recibir la emoción. Esa emoción crea un instante y ese instante se suspende en el tiempo y en ese momento nace la cuarta dimensión y la física cuántica en la escena.
¿Cómo se evidencia esa cuarta dimensión?
En la cuarta dimensión creas instantes que son increíbles porque te das cuenta de que no solo existe una verdad, son mil verdades las que puedes vivir e interpretar.
Durante las clases, marcas constantemente la diferencia que hay entre realidad y verdad.
Pues sí, porque al final la realidad se sujeta en palabras, en papel y se queda exclusivamente en el escenario. Pero el espectador, lo que se lleva a su casa es la verdad, eso significa que el actor ha llegado a meterse en su cerebro y a crearle otra visión. Justamente eso es lo que hace un intérprete: interpretar una realidad que es una verdad subjetiva y con ella, hacer girar la verdad de otros.
¿Es entonces cuándo el trabajo del intérprete trasciende?
Sí, trasciende para desaprender, es es el mayor desafío de este siglo. Resulta que hemos aprendido mucho pero nunca nos reseteamos, así que tenemos que hacer el ejercicio diario de desaprender para que nos quepan nuevas cosas.
Después de la muerte de Carlos, te hiciste cargo de seguir desarrollando la técnica de Sucursales Emocionales, ¿cómo fue ese proceso?
Cuando Carlos se fue, dejó recién inaugurada Garage Lumiére, la primera sala interdisciplinar de Madrid y España. Así que tuve que asumir la responsabilidad de desarrollar la formación de este espacio donde se pueden hacer todas las diciplinas a la vez: teatro, música, escritura, dirección e interpretación. Fue un aprendizaje en carrera, así que dije: ¡Emociones ayudadme, venid conmigo de mi mano! Y me busqué un grupo de profesionales para darle calidad a todas las disciplinas, internacionalizarlas y que se relacionaran entre sí porque el actor tiene que estar siempre con los guionistas, con los directores, con todos.
Te presentas como “Cardióloga de la escena”, ¿qué males diagnosticas y tratas?
Lo que pasa es que un actor lo tiene muy complicado porque tiene que comprometerse con la verdad y que ésta no le afecte. La exposición y el balanceo entre el rechazo y la admiración es constante. Es como si hicieran la carrera sin parar y nunca aprobaran ninguna asignatura. Entonces lo que hacemos en Sucursales es trabajar de manera direccionada, con cada actor trabajo de una manera distinta. Y sí, cardióloga porque hay que escuchar sus latidos y decir: este actor está bloqueado y eso le puede estar parando la carrera, o este actor está en la expectativa y no en la escena. Hay que estar en el latido de cada uno para poder corregirle y decir: ¡Eh!, tú tienes que estar en la verdad y punto. Ese es tu trabajo.
¿Qué ves en los actores que no ve el resto?
Que están solos. Y estar solo es muy difícil.
Pero la soledad no es propiedad exclusiva de un grupo o de una profesión.
No, pero es que ellos viven tres tipos de soledad. La primera es la que resulta de que que no piensan ni actúan como una persona normal. Su sensibilidad se puede desbordar y eso les hace estar solos sin encajar con otra gente. La segunda soledad viene cuando hay que decirle a la familia que se quiere ser actor, aunque ahora está bien visto si es que sales en la tele y eso te da dinero, pero cuando no…ahí se quedan, solos otra vez. Y la última soledad, llega cuando están en el escenario, en la escena, delante de la cámara y solos. Es muy duro. Nosotros podemos acompañarles hasta ese punto , pero desde ahí son ellos los que tienen que tirar para adelante. Me llama la atención cómo aguantan tan bien esos tres momentos de soledad absoluta.
¿Y qué ve la cámara?
La cámara lo ve todo, multiplicando la malo y lo bueno. Pero ante una emoción la cámara se rinde.
¿Cuál es el valor de un actor que consigue crear sus sucursales emocionales y trabajar con ellas?
Lo más importante es que puede abrir su mecanismo interno. Si lo hace desde el inconsciente significa que está comprometido con las emociones y con la verdad. Esa verdad nunca te va a hacer daño, solo te va a dar grandes papeles y grandes momentos. Ese mecanismo está hecho para que el ser humano sobreviva, y si el actor lo activa, va a poder dar vida a cualquier personaje.
No debe ser fácil el trabajo de abrir ese mecanismo.
Depende de lo que me dedique el actor. No solo tiene que venir a clase, tiene que habilitar su cabeza y practicar todo el día. Esto es como manejar, tú no piensas: tengo que meter primera o tengo q meter segunda. Lo haces instantáneamente porque es un impulso. Pues esto es igual, puedo permitirme irme, entrar, salir…porque hay un compromiso vital con la verdad alimentada por las emociones que tenemos. Lo que sí es importante es que trabajemos con las emociones sin que el actor se haga daño en lo personal.
O sea el autocuidado también se trabaja en Sucursales Emocionales
Sí, es importantísimo que el actor sepa dónde se mete o cómo se va a implicar en un papel. Porque si hay una herida no curada, nadie debe meterse ahí si no sabe salir. Los grandes actores no lo son por lo que saben, si no por lo que ven. Así que tengo que preocuparme de cuánto les va a doler lo que van a ver y de que vayan siempre cubiertos para no caerse.
¿Qué necesita tener claro el actor en el momento de enfrentar un casting?
El actor Tiene que dejar de llorar, dejar de quejarse y ponerse a trabajar. Grabarse una y otra vez, perfeccionar otros idiomas, estar en todo tipo de talleres, trabajar, trabajar y trabajar. El actor tiene que prepararse de la misma manera que un deportista que va a las olimpiadas a jugárselo todo en 5 minutos. O como el cirujano que no duda cuando llega un paciente con un paro cardiaco y le salva la vida sin pensarlo. Si el actor deja de llorar y se pone a trabajar, más trabajo le va a llegar. Eso lo tengo clarísimo.
¿Hay alguna emoción que sea más potente o eficaz?
La felicidad, el amor y la alegría que son la misma emoción. Que te digan te quiero mirándote a los ojos es rápido e infalible. Porque el amor no cansa, solo te entrega luz y no se agota. ¿Hay alguien que no quiera ser siempre feliz?
Aquí la interesante Clase Magistral que Carmen dio en Santiago sobre la técnica escénica “Sucursales Emocionales”.
https://www.youtube.com/watch?v=I6EIMXm9Gag
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